Cuenta una antigua fábula china que un hombre mayor tenía dos amores: su hijo y su caballo.
Una noche el caballo se escapó. Era una gran pérdida para él, y todos los vecinos de la aldea vinieron a darle consuelo y lamentar su mala suerte. Pero el hombre no estaba afectado y les dijo:
“El único hecho cierto, hoy aquí, es que se ha escapado un caballo. Buena suerte o mala suerte, ¿quién sabe?”.
Una semana más tarde el caballo volvió acompañado de una yegua. Los vecinos fueron a visitar al viejo y le felicitaron por su buena suerte. El hombre no mostraba signos de una gran alegría, y repitió:
“El único hecho cierto, hoy aquí, es que el caballo ha vuelto con una yegua. Buena suerte o mala suerte, ¿quién sabe?”.
Al cabo de un tiempo, el hijo del campesino, intentando domar a la yegua salvaje, se cayó y se rompió una pierna. Cuando vino el médico aseguró que siempre se quedaría cojo. Los vecinos otra vez se acercaron para darle consuelo al viejo, pero nuevamente repitió:
“El único hecho cierto, hoy aquí, es que mi hijo se ha roto una pierna. Buena suerte o mala suerte, ¿quién sabe?”.
Más adelante estalló una guerra. Los soldados del rey vinieron al pueblo y obligaron a todos los hombres jóvenes válidos a enlistarse para ir a combatir. El hijo del viejo se salvó por cojo. Entonces su padre le dijo:
"¿Lo entiendes ahora, hijo mío? Los hechos no son ni buenos ni malos en sí mismos, lo que nos hace sufrir son las opiniones que tenemos de ellos. Hay que esperar a como afectan a nuestro porvenir."
"Un diamante es, en realidad, una piedra a la que la mente humana le ha dado valor." Anthony de Mello"